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Una historia basada en la cultura celta y un árbol sagrado

Nuestra historia comienza hace miles de años, en una época en la que los sacerdotes de aquel momento, conocidos como druidas, no contaban con grandes edificios ni templos… su lugar sagrado era el bosque, y más concretamente un árbol: la ENCINA.

El papel de los druidas en la sociedad celta era determinante. Lideraban los actos religiosos, fiestas y actuaban como consejeros de los jefes en materias judiciales, legislativas y de mediación con otras tribus.

Todo ello ocurría en sus bosques sagrados, aunque estos no solo servían para sus reuniones y celebraciones. Los druidas subían a las encinas dotados con hoces de oro en búsqueda del muérdago, planta de la encina que era considerada por los druidas como su piedra filosofal, ya que en ella encontraban remedio para curar enfermedades. 

Desde entonces, la transformación y la importancia de la encina ha continuado durante todas las civilizaciones, convirtiéndose hoy día en símbolo y emblema de la tierra que acoge a Hoteles Desconecta2: EXTREMADURA. 

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La encina

Fuente de vida para Extremadura

Extremadura no sería Extremadura sin la encina. Gracias a ella, la vida fluye alrededor del paraíso natural que recorre la geografía extremeña.  

Esta relación entre naturaleza, vida y el ser humano comienza en sus dehesas, antiguos encinares clareados. En estas tierras, las encinas evitan la erosión del suelo y permiten que, bajo su sombra protectora, nazcan y crezcan otras plantas al humidificar el ambiente.  

Extremadura es un territorio rico en recursos hídricos, en los que las encinas cumplen la tarea esencial de distribuir el agua en una región tan soleada, recogiéndola de las profundidades de la tierra para llevarla hasta la superficie. 

La dehesa de Extremadura es un ecosistema único para la cría del cerdo ibérico, pero también para una fauna muy diversa, aves como los cárabos, los jilgueros o las abubillas, y mamíferos como la jineta o los conejos.

En primavera, las encinas se engalanan con una diminuta flor amarilla conocida como la flor de la Candela, sin la cual el fruto estrella de la dehesa no podría existir, LA BELLOTA.

Este fruto cae al suelo desde la encina mientras que los cerdos pastan libremente; transformándose posteriormente en uno de los mayores manjares del mundo: el jamón de bellota.

A través de este excepcional producto gastronómico, los verdaderos protagonistas de nuestra historia (nuestros huéspedes), pueden saborear la exquisitez de nuestra tierra.

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Un lugar para reconectar

Volver a nuestra esencia

La historia de Hoteles Desconecta2 comienza con un objetivo claro: debemos parar y tomar conciencia para RECONECTAR con la naturaleza y nosotros mismos.

Los druidas nos enseñaban que somos una parte inseparable de la naturaleza y nosotros, como seres humanos modernos, nos hemos apartado progresivamente de ella.

En la actualidad, el trabajo, la hiperconectividad y la sobrecarga de información, han borrado los matices de las relaciones humanas, llevándose por delante gran cantidad de momentos y experiencias que hacen de la vida y del mundo algo especial.

Por esa razón, para muchos de nosotros el “volver a conectar” es una necesidad, hallando esos momentos para pausar, y encontrarnos los unos con los otros. Esa pausa para repararnos y cuidar de nosotros es lo único capaz de precipitar un cambio a cierta escala, y de hacernos conscientes de que todo lo que de verdad queremos y merece la pena, ya estaba ahí…

En Hoteles Desconecta2 recogemos el testigo de la cultura celta y su culto por la naturaleza y la encina, para transformarnos en el lugar ideal para pausar y reconectar con uno mismo y disfrutar de la máxima paz y tranquilidad de forma 100% sostenible y en sintonía con la naturaleza.